Al parecer a Larry Clark le brotan como hongos los imitadores. En este pasado año hemos tenido el caso de Elizabeth Wood y su White Girl (leer crítica en este blog), y ahora nos llega el debut en el largometraje de la francesa Eva Husson. El film de Wood aprobaba con suficiencia gracias al gran trabajo de su protagonista, la bellísima Morgan Saylor, desgraciadamente Bang Gang (Une histoire d´amour moderne) sólo es un refrito mal cocinado de otros films de similar temática.
Veamos: George (Marilyn Lima) de 16 años, es la estrella del instituto. Tras acabar las clases se queda sola en casa porque su madre viaja a Marruecos en una estancia de varios meses. Enamorada de Alex (Finnegan Oldfield), para llamar su atención comienza un juego colectivo en donde ellos, Nikita (Fred Hotier), Laetitia (Daisy Broom), Gabriel (Lorenzo Lefèbvre) y pronto todo el instituto van a descubrir, probar y estirar los límites de su sexualidad. En medio de los escándalos, amores y derrumbamientos de su sistema de valores, cada uno se ocupa de ese intenso periodo de sus vidas de manera radicalmente diferente.
Al parecer idea para la película está inspirada en un incidente que tuvo lugar en 1999 en un pueblo de clase media alta de los Estados Unidos. Según confiesa su directora lo que más le interesó es el por qué esos jóvenes “normales” fueron capaces de llegar tan lejos. En cualquier caso, esta historia de amor moderna resulta ya muy vieja, pues transita por territorios ya explorados de manera más afortunada y subversiva por el citado Larry Clark en su ópera prima Kids (1995) y el juego sexual llamado Bang Gang está más visto que una bolsa de El Corte Inglés; al fin, pasatiempos sexuales de cariz orgiástico con los que se entretienen un grupo de chavales consentidos, caprichosos y eternamente aburridos. La típica y superficial condena sobre la mortal abulia adolescente, que quieren aprovechar el presente porque no están seguros de que exista un mañana.
Nada de lo que sucede en Bang Gang (Une histoire d´amour moderne) tiene valor artístico o técnico, con un guión firmado por la misma realizadora y cuyos diálogos son de una simpleza decepcionante. Voy más lejos, ni una sola escena resulta estimulante, excitante o morbosa para el voyeur cinéfilo. Sé que no es esa la intención de Eva Husson, pero entonces qué nos queda: una pandilla de jóvenes apáticos que follan y se drogan sin parar como si con ello abrazaran la piedra Rosetta de la existencia, cuando expuesto de manera tan burda nada puede resultar tan retrógrado. Y en el centro de todos ellos, un chico sensible, un creador musical que coge de la mano a la perdida damisela para alejarla de tanta decadencia juvenil y vivir junto a él un amor convencional. Un mensaje moralista y tal vez castrante en cuyo registro captamos un severo y aburguesado dogmatismo católico.