LA ESCLAVITUD DEL SEXO
Tras su magnífico debut con Hunger (2008), una emotiva crónica sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en 1981 con motivo de la huelga de hambre que llevaron a cabo algunos miembros del IRA liderados por Bobby Sands, el director británico Steve McQueen nos presentó SHAME (2011), en donde cuenta de nuevo con su actor fetiche Michael Fassbender para dar vida a Brando, un joven y apuesto treintañero neoyorquino con problemas para controlar y disfrutar de su agitada vida sexual. Obsesionado con el sexo, se pasa el día hojeando revistas pornográficas, contratando prostitutas y manteniendo relaciones esporádicas con solteronas de Manhattan. Un día se presenta su hermana, Sissy(Carey Mulligan) en su casa sin previo aviso, con la intención de quedarse unos días.
Con la llegada de su hermana la vida de Brando toma otro cariz, ya que si el espectador se siente al principio fascinado e incluso tentado por la envidia hacia ese playboy de presencia física imponente, que se folla a quien le da la gana, que goza de un trabajo exitoso y un apartamento de lujo, poco a poco irá descubriendo que tras esa tentadora fachada sólo existe un profundo vacío existencial, y que el sexo actúa como un punto de fuga para huir de la asfixiante soledad de una vida desierta de sentimientos y emociones.
Y si Michael Fassbender da oxígeno de manera pluscuamperfecta a ese ser solitario y alienado, que se deja llevar por instintos primarios y deseos compulsivos, una magnífica Carey Mulligan aparecerá como el elemento distorsionador de su conciencia para obligarle a reflexionar y replantarse su vida, hasta el punto de hacerle sentir la vergüenza que alude el título. Ella, su hermana, con evidente cariño, que no tiene claro su destino, inestable y sensible, va a generar en Brando un dilema moral sobre su forma de manejar, de ahí que cuando se siente atraído por una chica, una relación que le va a exigir una mayor implicación, toda su aparente seguridad se derrumba, en abisal y descorazonadora frustración.
No estamos ante una fábula moral, Steve McQueen nos acerca a esta cruda y demoledora historia de manera valiente y sin concesiones, narrada con largos planos y una fisicidad nada epidérmica. Me costó reconocerlo tras el primer visionado, en la relación de los hermanos se adivina un pasado tenebroso, pero está claro que la inalcanzable ensoñación, la mujer ideal que persigue Brando, está representada por su hermana, algo que tal vez sólo sea posible captar en algunas sinuosas miradas. Shame actúa como un espejo de nuestra sociedad hedonista, del placer instantáneo, y acongoja esa visión de un Nueva York desangelado donde cada día naufragan miles de corazones solitarios.