El director argentino afincado en Francia Gaspar Noé es un cineasta peculiar cuya obra alimenta tantos amores como odios. Sus obsesiones temáticas (violencia, sexo, sordidez, soledad y alienación) quedaron dibujadas ya desde sus inicios en el cortometraje Carne (1991), que protagonizado por Philippe Nahon es una especie de borrador de lo que iba a ser su primer, polémico y contundente largometraje, Sólo contra todos (1998), que también con Nahon de protagonista narra las correrías de un carnicero fascistoide que, sin empleo y abandonado por su mujer, mantiene una relación incestuosa con su discapacitada hija. Todavía hoy sigue siendo mi película favorita de su director. Su siguiente film, Irreversible (2002) fue todo un escándalo en el Festival de Cannes, una controvertida cinta que narrada en sentido inverso, cuenta el descenso al infierno de dos amigos en su desesperada búsqueda por encontrar al culpable de la brutal violación y asesinato de la novia de uno de ellos por los antros más infectos de la noche parisina. La escena de la violación, que tiene como escenario un sucio subterráneo y que dura diez minutos, se impone como una de las más terroríficas y repugnantes jamás vistas en una pantalla de cine. Su siguiente film, Enter the Void (2009) es una propuesta arriesgada y lírica que nos habla de la pérdida y los desgarros emocionales a través de un alma en pena en su tránsito de ultratumba. Un film altamente sensorial que contiene una espléndida banda sonora.
Como el cine de Noé (escrito está) nunca deja a nadie indiferente, Love, película escándalo en el último Festival de Cannes, es tal vez el trabajo más cercano y a la vez incomprendido de su director, también, según mi criterio, el menos subversivo. La historia sigue a Murphy (Karl Glusman) que en la mañana del 1 de enero, en compañía de su mujer Omi (Klara Kristin) y de su hijo, escucha el mensaje que la madre de Electra(Aomi Muyock) ha dejado alojado en su móvil. En él, muestra su preocupación porque hace meses que no tiene noticias de su hija y teme que le haya sucedido algo grave. Murphy, comienza a recordar su más grande historia de amor; dos años con Electra. Una pasión llena de promesas, juegos, excesos y errores.
Noé ha comentado en alguna ocasión que la película que más le ha marcado desde su infancia es 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), pero también cita uno de los más celebrados films de culto de la historia, La angustia del miedo (Angst,Gerard Kargl, 1983) una terrorífica película sobre un asesino en serie perturbado que tiene cierta analogía con algunas de sus obras. Lovecarece de la naturaleza angustiosa de títulos como Solo contra todos o Irreversible, pero guarda alguna similitud con ésta última en cuanto a su estructura no lineal y un cierto aire de misterio que nos induce a preguntarnos qué fue del personaje esencial para la trama, pero la aflicción mortal del protagonista, atrapado en las redes de una vida que detesta, y sus recuerdos mostrados a través de flashes dispersos y secuencias fragmentadas, le sirven al director como coartada para sumergirse en elaboradas escenas de carácter pornográfico que intenta trascender con la convicción de que el sexo no es otra cosa que amor. Y claro, en torno al sexo hay vidas que se debaten en una lucha de incertidumbres, celos, obsesiones, deseos y lágrimas. Síntomas inquietantes de una condena llamada amor.
De Love(filmada en 3D) y que incluye abundantes y extensas escenas de sexo explícito, se pueden extraer varias providencias: 1) El sexo lo inunda todo. 2) El sexo es la representación más pura del amor. 3) La decadencia del amor arrastra consigo la nostalgia por el gozo sexual de un tiempo perdido. Conclusión: el tiempo todo lo destruye. Al fin, Murphy, director de cine sin obra pero con ínfulas, rememora los momentos vividos con el amor de su vida, Electra. De la explosión de felicidad y el placer inicial a la degradación de la relación, es posible rescatar una tira de recuerdos que incluyen todo tipo de prácticas sexuales (tríos, intercambio de parejas, sexo con un transexual) y la pérdida de la confianza y las traiciones que pudren los sentimientos y ponen fin a la relación. Ahora, que Electra ha desaparecido, Murphy revive aquellos momentos con tristeza y amargura, viviendo una vida que no desea al lado de una mujer que desprecia y con un hijo fruto de la accidental rotura de un condón.
Love se impone como un film romántico mucho más ligero de lo que se pueda parecer, sin apenas líneas de diálogos que resaltar a pesar de sentencias como la que Murphy expresa de su ilusión artística: “Quiero hacer cine sobre esperma, sangre y lágrimas; la esencia de la vida”, pero que jamás excede las constantes de una historia orgánica y vulgar, como ese chorro de semen que baña a los espectadores en su exhibición tridimensional, y que nos enfrenta a un efectismo irritante, al ego estratosférico de un director en la errónea creencia de que en nuestra era todavía es posible epatar filmando de manera poética una paja y varios polvos.