CRÍTICA: "RAF: FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO" (Uli Edel, 2009)


Falaz y glamourosa visión de la bestia del terrorismo
RAF: FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO êêê
DIRECTOR: ULI EDEL.
INTÉRPRETES: MARTINA GEDECK, MORITZ BLEIBTREU, JOHANNA WOKALEK, HEINO FERCH.
GÉNERO: DRAMA POLÍTICO / ALEMANIA / 2009  DURACIÓN:150 MINUTOS.         

     
     Siempre he pensado que al igual que el agresor o delincuente sexual suele sufrir trastornos psíquicos y problemas de impotencia y raramente llega al orgasmo si no es a través del sometimiento y la agresión de la víctima, el terrorismo es también la cruel representación de la impotencia política e intelectual de un grupo de cobardes sociópatas incapaces de crear un proyecto alternativo ilusionante que, por cauces únicamente democráticos, cale en la opinión pública.  A veces sólo hace falta un par de mentes enfermas como las de Andreas Baadery Ulrike Meinhof para dar a luz un monstruo que acaba fagocitando a sus padres y sólo acierta a diseñar –en una batalla estéril- un escenario de sangre y desolación entre sus víctimas. RAF: FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO es una de las producciones más caras del cine alemán basada en el libro de Stefan Aust que ya inspiró otro film sobre el tema: El Proceso, (Reinhard Hauff, 1986). Dirigida por el veterano director alemán Uli Edel (Últimasalida: Broocklyn), la película queda alejada de la excelencia demostrada por Steven Spielberg en Munich (2005), que recordemos, narraba el atentado cometido por el comando terrorista palestino “Septiembre Negro” contra el equipo olímpico israelí el 15 de septiembre de 1972 durante las Olimpiadas celebradas en Munich. Para quien esto firma, la mejor película sobre terrorismo de la historia.            
     

   Este crítico era sólo un niño cuando se desarrollaron las “hazañas” de esta violenta banda de descerebrados, lo cual no fue obstáculo para que siguiese con interés su proceso de (auto) destrucción a través de la prensa. La acción del film nos sitúa en la agitada Alemania de la década de los 70: la muerte de un joven estudiante por un disparo de la policía durante una manifestación en 1967 es el punto de inflexión que funde la alianza entre Andreas Baader (Moritz Bleibtreu), su novia Gudrum Ensslin(Johanna Wokalek) y más tarde la periodista de izquierda Ulrike Meinhof (Martina Gedeck), que librarán una violenta guerra contra el capitalismo representado en el imperialismo norteamericano en connivencia con el establishmentalemán. Comienzan sus acciones violentas colocando artefactos explosivos en grandes almacenes, robando bancos, secuestrando a políticos y, finalmente, dejando un sangriento reguero de 47 víctimas mortales hasta su desarticulación a mediados de los años setenta. Aunque el objetivo del grupo era crear una sociedad más justa y humana, al emplear medios violentos e inhumanos provocan el terror y pierden su propia humanidad. El encargado de darles caza es el jefe de la policía alemana, Horst Herold(Bruno Ganz), que logra su propósito tratando de comprender las raíces del problema.    
     
   
    Si bien no podemos considerar la cinta de Edel como fallida, se atisba algo infame en su mirada salvífica, sentimental e incluso heroica (en la línea de aquellos repulsivos mensajes proyectados por films nacionales de la transición: Operación Ogro, La fugade Segovia, El proceso de Burgos) con la que el director parece jalonar el corto aunque sangriento itinerario de la referida banda terrorista RAF, también denominada Baader-Meinhof. A partir de in libreto dinámico del también productor Bernd Eichinger seguimos los pasos del grupo armado desde su formación hasta el suicidio en prisión –no tengo por qué dudar de la versión oficial- de sus principales líderes en octubre de 1977, para lo que sus responsables han necesitado dos horas y media de metraje. 


    Haciendo uso de un tono documentalista que ofrece a la acción un carácter de rigor histórico, poniendo el acento en un cuidado diseño de producción que mima con detalle la ambientación, así como un poderoso ritmo que casa a la perfección con el vértigo del cine de evasión, el film resulta tan eficaz en su planteamiento que se puede disfrutar sin que resulte plúmbeo o tedioso.
     
      
    Insisto, en términos cinematográficos la película resulta vigorosa y de impecable factura, pero a este crítico se le hace indigesto conectar con la equidistante, incluso glamourosa visión con la que sus responsables armonizan las correrías asesinas de una banda retratada como si de un grupo de glam-rock se tratara (además de las poses y posturitas, de la vestimenta chic, de los coches deportivos y la música cañera, Andreas Baader se comporta como una estrella rockera perturbada y peligrosa, mientras Ulrike Meinhof, que abandona su tribuna incendiaria en una revista cultural, aporta la coartada intelectual a las repugnantes acciones armadas de sus compañeros), ya que por muy seductor que pueda resultar hoy el perfil icónico de unos personajes definitivamente nada románticos y carentes de escrúpulos, que desde su aburguesada posición social defendían un imaginario atroz desde enfoques de extrema izquierda, el auténtico lastre de RAF: FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJOes la golosa tentación de camuflarlos de descarriados luchadores por la libertad y la justicia que, con el apoyo inicial de una parte de la sociedad que pronto les dio la espalda al ver su  verdadera y monstruosa faz, consiguieron autodestruir el mito enredados en una espiral de asesinatos sin sentido. 


    La exploración, más artificiosa que analítica, resulta aún más peligrosa cuando Uli Edel planifica las brutales gestas de estos delincuentes con la espectacularidad de un thriller de diseño hollywoodiense, exponiéndose a la terrible duda de si el lugar que ocupan hoy esos macarras criminales en el más funesto coronario pop le ha inducido a un ejercicio de perversa nostalgia.