Se habla de Úrsula Corberó (Barcelona, 1989), de la belleza de Úrsula Corberó, del culo de Úrsula Corberó. Y claro, se habla con razón. Porque la actriz catalana es muy mona, puede incluso que se acerque al estereotipo que tienen muchos hombres de la mujer soñada: manos de pianista con dedos largos y finos, labios pulpositos bien perfilados, rostro con ciertos rasgos exóticos, sonrisa fresca y blanca, escasas aunque preciosas tetitas, piernas largas y un hermoso culo respingón como atributo más destacado.
La carrera de Úrsula no es como para tirar cohetes: papel protagónico en la serie Física o química y apariciones más o menos importantes en otras series como Cuenta atrás, El internado, La República y en algún telefilm como Los días de gloria sobre las andanzas de Mario Conde. Su debut cinematográfico se produjo en la horrorosa XP3D (Sergi Vizcaíno, 2011), un risible film de terror rodado en formato estereoscópico. Como ella de caldo siempre toma dos tazas, volvió a tropezar con la misma piedra formando parte del reparto de After party (Miguel Larraya, 2013) otra peli de terror mala que amarga. En el mismo año fue requerida para formar parte del elenco de ¿Quién mató a Bambi? (Santi Amodeo) irregular comedia en la que ella lucía muy hermosa. Desde entonces sólo ha participado en series y películas para la televisión aunque en 2015 apareció en la comedia Perdiendo el norte (Nacho G. Velilla) y su última aparición ha sido en el drama histórico La corona perdida (Jordi Frades, 2016).
Comentaba que la parte de la anatomía que más me gusta de Úrsula es el culo, el trasero, el pandero, el pompis, las posaderas, los glúteos, las cachas, las nalgas, el portapeos… Nada extraño en mí que al igual que mi recordado y llorado Bigas Luna soy un fetichista de esa zona tan erógena del cuerpo femenino. Una parafilia conocida con el nombre de pigofilia, una de las más extendidas del planeta y cuyo nombre deriva de la palabra griega pigos (nalgas) y filia (amor) y se traduce en una tremenda excitación sexual a través de las caricias, masajes o tocamientos en los glúteos o nalgas. Es cierto que a Úrsula se la ha visto últimamente muy delgada (ya sabéis mi teoría de que las mujeres quieren estar delgadas sólo para gustar a la demás mujeres, nunca a los hombres), tal vez no es consciente de lo generosa que ha sido la naturaleza con ella, y aun así, seguimos rindiendo tributo a sus preciosas posaderas, soñando con Úrsula porque, junto a ella, todo será belleza.